jueves, 11 de noviembre de 2010

Hito 3: Los severos castigos a los esclavos

Recordar la esclavitud en el Perú implica recordar una época en la que se compraban personas negras traídas de África para que sirvan de empleados en las casonas o haciendas. Pero, ¿Cómo estas personas llegaron al Perú?, pues muchos de ellos eran seleccionados y capturados según su género y edad  para que reemplacen la mano de obra indígena. Luego que llegaban al país estos eran encadenados y encerrados en celdas por muchas semanas hasta que llegaran los compradores.[1] Para que los esclavos no se escapen de sus amos estos eran quemados con un sello de fierro, cada propietario tenía su propio diseño de sello.[2]   Muchas veces estos esclavos no eran comprados, es por ello que el autor Aguirre menciona lo siguiente:

“ Más allá de la compra y venta, los esclavos y esclavas estaban sujetos a otros tipos de transacciones legales, incluyendo  el alquiler, la cesión por herencia, la hipoteca, la cesión por dote y el canje” (Aguirre 2005: 30)
Muchos de estos esclavos eran comprados por terratenientes, estos dueños de grandes haciendas les brindaban una vida miserable, ya que estos vivían en barracas[3] o en los solares, incluso negros que no eran  esclavos eran maltratados  o castigados de diversas maneras, ya que estos se encontraban en la jerarquía más baja de la sociedad.[4] En el libro de Phillips menciona la  cantidad de latigazos que los esclavos  recibían por distintos castigos.
“Si un esclavo se ausentaba durante cuatro días, debía recibir un total de cincuenta latigazos. Por ocho días y una distancia de una legua (cinco kilómetros) de la ciudad, el castigo era de cien latigazos y una argolla de hierro de cinco kilos en un pie durante dos meses.” (Phillips 1989: 315)
Los castigos no solo consistían en azotes sino también  en torturas como  la del arco que era una forma de castigo a los negros carretoneros[5], otra forma de castigo era la enmeladura que consistía en atar al esclavo y embardunarlo con miel para atraer a las moscas; [6] incluso,   podían cortarles el pie si este se escapaba  por diez días y si este tiempo llegaba a veinte días, este esclavo era mandado a ahorcar.[7]  Sin embargo, el nivel de crueldad en cuanto a los castigos podían variar dependiendo de sus amos. 
 El 3 de diciembre de 1854 con el Presidente Ramón Castilla se decreta una ley que elimina la esclavitud y libera a los esclavos negros. Sin embargo, esta libertad se podía aplicar  solo a los esclavos que estén sirviéndolo y apoyándolo.  El 23 de enero de 1855 Castilla decretó otra ley en la que obligaba a los ex - esclavos  a trabajar por tres meses en las haciendas y a los esclavos que no querían regresar a trabajar se les consideraría como vagos y serían llevados a islas de Chincha. El  gobierno indemnizó a los dueños de los esclavos liberados con 300 pesos por cada esclavo.[8]
Una conclusión de todo lo expuesto es que los esclavos  fueron maltratados desde el momento en que los capturan hasta su supuesta liberación, se dice que supuesta liberación porque no se cumplió con los decretos que los presidentes emitían, ya que buscaban una libertad e igualdad pero los esclavos negros no eran completamente libres.




[1] Cfr. Quispe 2004
[2] Cfr.Trazegnies
[3] Vivienda rural característica de las huertas de Valencia y Murcia, hecha de barro y con tejado de cañas a dos aguas.
[4]Cfr. Aguirre 2005:33
[5] Cfr.Atanasio 1867: 191 en: Aguirre 2005: 33
[6] Cfr. Atanasio 1867: 186 en: Aguirre 2005: 37
[7] Cfr. Aguirre 2005: 36
[8] Cfr. Aguirre 2005: 185- 189



Bibliografía


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